Exposiciones

Giudicelli introduce el modernismo en la pintura dominicana.

Paul Giudicelli celebra su primera exposición individual en la Galería Nacional de Bellas Artes, el 12 de diciembre de 1953. Para ese entonces se puede afirmar que ya era un artista conocido; por lo menos, en los círculos interesados en artes plásticas de la República Dominicana. Pero sobre lo que sí no cabe la menor duda es que ya era un artista formado, y la fuerza de su convicción sobre los temas y hechuras de sus cuadros, lo sitúan, desde esa primera muestra, como el artista que introduce el modernismo en las artes plásticas dominicanas.

Primera exposición individual

El ritmo dinámico de un ser creativo.

"Características son, desde este punto de vista, sus pinturas de grupos humanos. En estas obras el tema fundamental es siempre el ritmo dinámico de un ser colectivo que disuelve mediante una arrolladora sincronización de movimientos y expresiones, todo residuo de dignidad individual. Sin caer en la caricatura, la ironía o la sátira, una sensación casi pánica de horror se desprende de tales obras, que difícilmente podrían expresar con menos literatura y menos tendenciosidad la lastimera condición de todo el rebaño humano... El antítesis lógico de tal visión colectiva es el hombre aislado que, idealmente hablando, debería revelarse como poseedor de una plenitud espiritual igualada solamente por su anterior vacuidad. Mas el pintor, guiándose solamente por sus intuiciones reales, al enfocar al hombre solo y despojado de toda apariencia, no puede descubrirle más que un cariz caduco, resultado de una impotencia estructural de poseerse a si mismo. Todos sus esfuerzos expresionísticos ponen más en claro, el carácter residual o rudimentario de esos seres."

Horia Tanasescu, El Caribe, 20 de diciembre de 1953, p.13.

Segunda Exposición

Realismo sintético. Colorido brillante y sugestivo.

Antes de su segunda exposición individual, en julio de 1953, el mismo Giudicelli decía de dos cuadros suyos:

APOCALIPSIS: Es una obra que podríamos llamar de un realismo simbólico. En ella queda expresado de una manera brutal la eterna lucha del hombre contra el hombre. Toda la composición se mueve dentro de una hipérbole que semeja un torbellino significativo y elevado a la categoría de lo universal, teniendo como fuente de inspiración el motivo bíblico.

La caída de los condenados: Me he valido de la luz, materia sutil, para transformar los valores y elevarlos a la categoría de lo abstracto, encerrando por medio de la línea vigorosa del dibujo una composición palpitante de vida eterna, que dimanan los cuerpos contorsionados y agitados sin romper ese estatismo que caracteriza a toda la obra. En síntesis, es el reflejo del espíritu del artista que se debate en una intensa lucha interior, pero que está controlada por un perfecto dominio de fuerza de voluntad: manifiesto claro del estado espiritual. Esta obra comprende dos estados. El segundo esta tratado en su totalidad con opacos y colores locales que forman una gama de grises en la escala de los cálidos y fríos. Son obras escogidas de un grupo de 30 óleos que más o menos forman los inéditos de mi próxima exposición.

En presencia de mis propias obras he podido darme cuenta de que aún lucho por lograr esa síntesis que todo artista bien formado anhela, esto es, un perfecto dominio de la concurrencia que debe existir entre la fuerza emotiva y la forma expresiva personal. Para mí esto lo lograría combinando un realismo, que bien llamaría sintético, creando una forma que, desraizando se aparte de lo puramente abstracto o intelectualizado, que conllevaría entonces a un formalismo ausente de toda emotividad. En cuanto a lo temático o asunto, siempre he sentido una atracción irresistible por los Etnico-social-psicológico: la síntesis de la unificación de lo material y lo espiritual, en forma unívoca, como arrancada de la realidad para elevarse a la categoría de lo universal, dando así origen con la forma a una expresión personal. Hay que comprender que esto no es obra de días, sino de una intensa labor continua de estudios y observaciones que conlleva mucho de trabajo. Para mí el arte es algo trascendental que al filtrarse en nuestro ser crea una fuerza de expresión sentimental que es como una necesidad biológica que todos sentimos, para dar escape a ese exceso de energía que de otro modo perturbaría el equilibrio orgánico. Es por lo que el artista no puede vivir sin trabajo continuamente, ocasionándole esto un goce intenso. Es indiscutible que la perseverancia insistente conlleva al triunfo, pero para poder llegar a una formación completa es necesario que haya una concordancia entre el máximo de aspiración y el medioambiente, que obraría como un crisol. Atendiendo a esto es por lo que tengo en mente ir a realizar algunos estudios (con preferencia de pintura mural) a los Estados Unidos de América, con miras luego de pasar a Francia para completar estudios y observaciones personales dentro de los museos, etc.

Tercera y Cuarta Exposiciones

Enfoque trágico de la vida. Reiteración de motivos. Mosaico policromo. Sensualización del color. Articulada desarticulación. Universal y autóctono.

Con un dibujo seguro y una sobriedad de color, exhibe óleos, en los cuales plasma su inquietud de artista que sabe andar los rectos caminos, dentro de los modernos postulados del arte.

En los dibujos y mosaicos que también expone, se observa el dinamismo de su línea evolucionante que desea expresar el movimiento progresivo de los sujetos interpretados, alejándolos de su estatismo inicial.

En este año podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que Giudicelli ya era una valor dentro de las artes plásticas dominicanas, propuesto como tal por los más importantes críticos de la época -Valldeperes, Contín Aybar, Aída Cartagena- analistas que habían seguido de cerca su camino evolutivo y consideraron que Giudicelli había logrado un lenguaje definido, profesional y propio.

Su cuarta exposición individual la inaugura apenas cuatro meses más tarde, es decir, el 19 de mayo de 1959, en el Ayuntamiento de San Cristobal, entonces sede del Partido Dominicano, único permitido durante el gobierno de Trujillo. La exposición de Giudicelli formaba parte de los actos de conmemoración de los 29 años de la Era de Trujillo.

Naturalmente, esta muestra obedeciendo a una presión más política que cultural no mereció crítica alguna, y suponemos que con tan corto lapso de tiempo entre la tercera y la cuarta, no habría nada nuevo que decir sobre el trabajo de Giudicelli.

Quinta Exposición

Selección, eliminación y síntesis. Materia rica, experimental. Profeta. El sentido del espacio. Responsabilidad histórica. Orden, testimonio y el hombre...

"El total de obras exhibidas asciende a 70, y a través de ellas se advierte claramente la síntesis evolutiva a la que ha llegado el el notable pintor petromacorisano."

"Lo primero que observamos, en la obra global de Giudicelli, es que la medida de su grandeza , una grandeza que no se imita ni conquista, pero que impone a esa obra la perfección y el estilo, nace de una maestría joven y estéticamente inquieta, elaborada con un largo proceso de selección de eliminación y de síntesis. Y observamos también, que el artista ama las riquezas y las sutilidades del color, siempre mate; que se deleita en la belleza de una materia rica y dentro de una amplia libertad de ejecución que no omite, en modo alguno, la reiteración que lleva a la perfección."

"Cuesta creer que todo este cuantioso derrame de calidad haya salido de un solo hombre flaco y liviano que difícilmente puede colgar de la pared muchas de las grandes abstracciones que produce.

La 5ta. y última exposición de Giudicelli, constituye el más estremecedor suceso plástico que ha tenido lugar en esta zona de mar y tierra antillana durante los últimos 40 años. Paul Giudicelli puede morir mañana y se quedaría perfectamente vivo en la historia del arte del mundo."

Pérez Cabral, El Caribe, 19 de junio de 1962

IX Bienal Nacional de Artes Plásticas, 1958.

Un hito en la producción moderna dentro del arte dominicano

Con la concurrencia relativa de pocos artistas, pues solo hubo 26 expositores, los resultados de premiación de la IX Bienal Nacional resultan ser hoy las bases de nuestra mejor pintura, dibujo y escultura. No solo por haber obtenido Paul Giudicelli en esta ocasión el primer galardón en dibujo, sino por haber compartido las otras premiaciones con Eligio Pichardo (Primer Premio de Pintura) y Gaspar Mario Cruz (Primer Premio de Escultura) ambos maestros determinantes en nuestra historia plástica. "Al mirar retrospectivamente y comparar el número de obras expuestas en esta IX Exposición Bienal de Artes Plásticas, encontramos que la muestra de la pasada Bienal dobla en cantidad, pero que en ésta, por lo menos 10 obras la superan en calidad. En esta Bienal por ejemplo, Eligio Pichardo responde a la estatura de un pintor de meritorios logros, los tres cuadros que expone ahora, caben dentro de la mejor pintura moderna. También se presentan superados Rafael Faxas, Paul Giudicelli y el escultor Mario Gaspar Cruz, y exponen dos jóvenes que se nos ocurren promisores. Son ellos Julio César Pérez y Guillermo Pérez.

La actualidad de este acontecimiento nos ofrece de nuevo la oportunidad de abordar uno de los problemas esenciales que encajan dentro de la evolución y desarrollo de la cultura nacional: la pintura. El conjunto de cuadros expuestos que se ha reunido en esta Bienal es extraordinariamente vivo, y constituye un panorama muy pintoresco del arte contemporáneo. Encontramos junto a maestros como Jaime Colson, José Gausachs y Celeste Woss, a Gilberto Hernández Ortega, Clara Ledesma, Domingo Liz, y los citados Eligio Pichardo, Paul Giudicelli, Rafael Faxas, Gaspar Mario Cruz y otros. Sin pretender llegar a un análisis exhaustivo del problema, creemos que una manifestación de esta clase puede servir para las demostraciones más interesantes. No existe una comunión íntima entre los expositores, sin embargo, a veces se adivinan las mismas sugestiones de ultramar, como podríamos señalar en muchos de los mejores; pero lo general es que esta toma no sea más que un pretexto que no comprometer la función creadora ni las dotes del pintor. En esta Exposición el arte moderno demuestra pues, una vez más, su total independencia, y marca su ruptura con las concepciones académicas."

"La IX Exposición Bienal de Artes Plásticas arroja un balance muy favorable. Si no hay excesiva cantidad, como ha resultado otras veces, se advierte la calidad de las obras expuestas, lo cual indica que los artistas dominicanos han ido revitalizando una labor consciente, en franco desarrollo de sus facultades.

La mayoría de los expositores son egresados de la Escuela Nacional de Bellas artes...

Fuera de los maestros consagrados, Colson, Gausachs, Celeste Woss y Gil por ejemplo, Se distinguen principalmente, Eligio Pichardo, Primer Premio de Pintura, con tres cuadros espléndidos de factura sobria y precisa, con dominio de la línea y del color, plenos de fantasía y de sentimiento de arte, los cuales demuestran como el joven pintor está llegando a su madurez pictórica, felizmente.

Asimismo... Paul Giudicelli, quien ganó el Primer Premio de Dibujo, y expuso además, tres interesantísimos óleos fuera de concurso...

En síntesis, en la IX Bienal de Artes Plásticas hay la inquietud de arte que puebla el ambiente dominicano, en el fervor de la nueva conciencia nacional y, el visitante puede encontrar un poco de todo, dentro de las tendencias antiguas y los más modernos postulados del arte."

X Bienal Nacional de Artes Plásticas, 1960.

La plástica dominicana encuentra una hechura contemporánea propia

El consenso general proclama que la IX Bienal Nacional de Artes Plásticas fue determinante para efectuar un giro con relación a lo que antes se producía en el panorama nacional; la base de este giro fue el modernismo. La X Bienal celebrada en 1960 viene a reconfirmar los valores plásticos ya lanzados por la anterior, y en esta, Giudicelli obtiene el Primer Premio en pintura; Eligio Pichardo el Segundo; Mario Cruz resulta igualmente de nuevo ganador, y en esta ocasión merece el Segundo Premio de Escultura.

Estos galardones repetidos, vienen a reforzar el rumbo tornado par la plástica dominicana que ya encontraba una hechura contemporánea propia, que apuntó en la IX Bienal.